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Resumen
Conocí a Delia en Coyoacán, mi segunda piel, pues en sus entrañas yacen tantas Alejandras cobijadas en un mismo departamento. Mi amistad con Delia surgió en un seminario otoñal con un grupo de adictas a Simone de Beauvoir, en una serie de largas veladas donde se desmenuzaba con ardor, cada una de las afirmaciones del Segundo sexo. Con Delia, fuimos cómplices de mágicos momentos, su carácter tenaz y desafiante me llenaba de extrañeza, era para mí una incógnita el que pudiesen existir mujeres tan recias en el sur del país, región de la que tanto se hablaba de violencia de género y sumisión.
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